Luengos venablos se alzan indolentes,
amenazantes, obstaculizando
el acceso del oxígeno cuando
gritas, con aullidos desesperantes.
Luengos venablos se alzan indolentes,
apresándote, incluso asesinando
la prisión carnal que está a nuestro mando,
menguando y absorbiendo nuestras mentes.
Nos sujetan por una extremidad,
impidiéndonos desplegar las alas,
delimitando nuestra libertad.
Pero es el momento de quebrar lanzas,
soltarnos de las ardientes argollas
y extender las alas para volar.
Haplo.